De la pintura del paisaje el paisaje de la experiencia

Resumen

El artículo se desarrolla a través de las sucesivas transformaciones del concepto de paisaje en el arte, teniendo como hipótesis la idea de que las manifestaciones artísticas se articulan con transformaciones sociales, a menudo abordando lo que está a punto de desaparecer. El surgimiento de la pintura de paisajes presuponía tanto la laicización de la sociedad como la consolidación de la vida urbana, por lo tanto, un divorcio efectivo del espacio del paisaje. Del mismo modo, las marcas de la fabricación, los vestigios del trabajo manual, solo se valoraron en el mundo del arte después, con el impresionismo que coincide con las técnicas mecánicas de producción material y de reproducción de imágenes. El creciente énfasis con el que la pintura moderna aborda sus procesos internos de formalización, desde el impresionismo hasta el expresionismo abstracto, conduce hacia a una renuncia al paisaje. A mediados del siglo XX, el agotamiento de una narrativa “purista”, donde las obras son valoradas por la relación que establecen con su medio específico, abrió un campo definido de acción artística, no por medios de expresión herméticos como la pintura, la escultura, etc., sino por operaciones entre ellos, donde la idea del paisaje vuelve a ser  fundamental. El reciente resurgimiento del paisaje parece estar imbuido de una sensación de reanudación de la experiencia.